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¿CÓMO LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA?

Writer's picture: Fémina PanamáFémina Panamá

Redactado por: Ana Quijano


Este 25 de noviembre, como se ha hecho por los últimos años, miles de mujeres alrededor del mundo estarán marchando y reclamando por la situación crítica de violencia de género que se vive en la actualidad. Según el último reporte de las Naciones Unidas 47 000 mujeres y niñas fueron asesinadas por su pareja u otro miembro de la familia en 2020, o sea, una cada 11 minutos. En Panamá en lo que va del año, han habido 20 casos de feminicidio y 18 muertes de mujeres caracterizadas como “muerte violenta” según el Ministerio Público. A esto se agrega las casi 2000 denuncias de violencia doméstica que se registra cada mes. La situación es crítica, y para combatir esta problemática, hay que comprender su orígenes y enraizamiento sistémico.


¿Dónde se origina el 25N y que se entiende por violencia de género?


El 25N tiene sus orígenes en la historia de nuestro continente. El día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer se definió en 1981 durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, honrando las vidas y luchas de las hermanas Mirabal, asesinadas por el dictador dominicano Rafael Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Esta conmemoración le da a la violencia de género un carácter sumamente político y social. Expresa que la violencia machista no se expresa solamente en el ámbito privado del hogar si no también en la calle y en las instituciones públicas.


Hablar de violencia de género implica exponer una violación grave y sistémica a los derechos humanos de la mitad de la población. Se trata tanto de violencias físicas como agresiones sexuales y daños psicológicos que pueden repercutir por décadas. Se expresa en el hogar y la calle, pero también en los medios, las películas y la televisión. Repercuta en la consciencia a nivel social y distorsiona la relación entre los géneros. Mientras que sigamos pensando que el valor de una mujer pasa por su relación con el hombre, o que el hombre siga viendo a la mujer como su propiedad, seguiremos reproduciendo vínculos enfermos y violentos.


¿Cuál es la situación de la mujer en Panamá?


A pesar de representar cerca del 70% de los egresados universitarios, la mujer panameña sigue ganando un 11% menos que el hombre. Esto se debe tanto a varios factores, como, por ejemplo, elección personal: las mujeres tienden a trabajar en sectores de comercio, enseñanza y servicios sociales mientras que los hombres se dedican al comercio, la construcción y el transporte. Los sectores feminizados son los más vulnerables a recortes de presupuesto y medidas de austeridad (escuelas públicas, centros de salud y cuidado, etc.)


También podemos observar que la brecha salarial tiene que ver con la división de los trabajos dentro de la familia. Las mujeres son las principales responsables de los trabajos de cuidados del hogar, de niños y ancianos. Según la Iniciativa de Paridad de Género (IPG) del Ministerio de Desarrollo Social, las mujeres dedican 29 horas a estas labores en comparación a los hombres que le dedican tan solo 13 horas. A esto se le llama la doble jornada laboral femenina.


Se podría pensar en una división equitativa entre trabajo asalariado y trabajo del hogar, pero no hay familia que pueda sobrevivir con un solo salario, ambos padres de la familia deben salir a laborar. Esto en el caso de familias nucleares (aquí hablamos del modelo típico: mamá, papá e hijos), pero en nuestro país, solo el 12.2% de los bebés nacen de padres casados legalmente, por lo que nuevamente las mujeres están en situación de precariedad en lo que concierne el sustento de sus familias. También vale mencionar que más de 11 000 bebés nacieron en el 2020 de madres adolescentes, a quienes se les dificultará aún más el acceso al mercado laboral o tan solo el completar sus estudios secundarios.



Para cambiar el mundo primero hay que comprenderlo


Las estadísticas nos dicen que, objetivamente, la mujer trabaja más horas, gana menos y tiene más responsabilidades familiares. Las pocas infraestructuras públicas que existen para abrirle un camino a la independencia laboral y financiera son insuficientes. Aquí hablamos de guarderías, centros de educación o vivienda, y ni hablar de centros de ayuda y orientación a víctimas de violencia de género. Estas instituciones o estructuras sociales no son rentables en la lógica capitalista y las empresas quieren desentenderse de estas cuestiones. El estado que debería responsabilizarse de establecer y mantenerlas alega falta de fondos. La evasión fiscal tan corriente en nuestro país, al igual que las políticas fiscales pro-empresas privadas son las responsables de que no se pueda llevar adelante programas sociales que puedan liberar a las mujeres de estas opresiones.


Entender la lógica del mercado, que el sistema en el que vivimos está diseñado para llenar los bolsillos de unos cuantos, sacrificando la salud y vida de la clase trabajadora nos permite discernir los métodos de lucha necesarios. Si exigimos protección y el desarrollo de un sistema social amplio y robusto debemos, primero, exigir que las empresas privadas paguen lo que les corresponde y a su vez buscar forjar una sociedad nueva, con nuevas prioridades económicas y políticas.


“Tras la subordinación de la mujer se esconden factores económicos específicos, las características naturales han sido un factor secundario en este proceso. Sólo la desaparición completa de estos factores, sólo la evolución de aquellas fuerzas que en algún momento del pasado dieron lugar a la subordinación de la mujer, serán capaces de influir y de hacer que cambie la posición social que ocupa actualmente de forma fundamental. En otras palabras, las mujeres pueden llegar a ser verdaderamente libres e iguales sólo en un mundo organizado mediante nuevas líneas sociales y productivas.” (Kollontai, 1907)


¿Cómo luchar?


Estos objetivos para emancipar a la mujer de sus opresiones son integrales para conquistar la igualdad de géneros, la libertad absoluta de cada uno de poder elegir cómo vivir y no solamente sobrevivir. La liberación de la mujer es esencial en el proyecto de liberación de la humanidad y el proyecto de reorganización de la sociedad. Es posible crear una sociedad que pueda producir según las necesidades de todos y todas, en armonía con el medio ambiente, que garantice transporte, vivienda, salud, trabajo y comida para sus habitantes, pero para eso hay que implicarse en los procesos de lucha.


Panamá es uno de los peores países de la región en términos de representación de mujeres en instituciones políticas, no alcanza el 20%. Eso no quiere decir que todas las mujeres de la clase política van a reivindicar políticas en defensa de las mujeres, pero sí refleja cómo la socialización y educación de niñas y mujeres las hace menos propensas a involucrarse en los procesos políticos. La violencia de género como otras problemáticas que tocan al 51% de la población son segregadas a instituciones como el Ministerio de la Mujer, SENNIAF, INAMU, etc., consideradas como temáticas que solo concierne a las mujeres, y no a toda la sociedad.

“La ausencia de mujeres en los ámbitos de toma de decisiones supone la vulneración de los derechos políticos a ser representante y a ser representada; dificulta la deliberación en torno a los intereses de las mujeres en el proceso de diseño e implementación de las políticas públicas; expresa la existencia de una sociedad desigual; genera poco espacio para la pluralidad y la equidad en la ciudadanía y disminuye las oportunidades de contar con una democracia incluyente.” (Brown Araúz & Freidenberg, 2019)


Además de instituciones públicas, existen sindicatos y organizaciones políticas de la clase trabajadora que son los pueden realmente avanzar las demandas de vivienda pública, servicios sociales de calidad y políticas de protección contra la violencia machista. Hay que ocupar estos espacios y hacer uso de estas herramientas si queremos combatir la violencia de género con propuestas y medidas concretas.


Debemos entender también que ningún hombre nace machista, es la sociedad, sus instituciones educativas y de socialización las que reproducen el machismo en ambos géneros. Por lo tanto, esta lucha concierne tanto a las mujeres como a los hombres y solamente a través de una unidad combativa podremos transformar la consciencia colectiva. Ningún espacio es inmune a las discriminaciones o a la violencia machista, y sin duda vivimos en una sociedad conservadora, pero solamente a través de la concientización y movilización podremos obtener resultados verdaderos.


Vivas nos queremos

Unidas lucharemos

Organizadas venceremos


Ana Quijano

Colectivo Antónima








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